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La trama de esta película es de una jubilosa incongruencia y a uno le provoca la impresión de que alguien decidió que no podía hacerse con la cara seria; de cualquier manera, el resultado está ostensiblemente construido en torno a la estrella: Alfred Rode y su orquesta gitana, y emerge como una disfrutable sátira del género Ruritania, el éxito en el negocio de la música, y cada estereotipo étnico que toca, desde la pomposa Gran Duquesa vía el teutónico jardín de la cerveza y el estafador empresario americano, al aristocrático inglés con su monóculo. Los personajes se trasladan con desparpajo de una escena a la siguiente por el arbitrario desarrollo de una trama filmada con la clara intención de ocasionar la risa; quizá mi momento favorito es uno al principio, cuando los prisioneros necesitan escapar de su celda en la cárcel, luego de haber sido encerrados tras una prolongada ceremonia por el guardia... y la puerta se abre sin necesidad de forzarla.
Ensamblada para un protagonista cuyo inglés y cualidades histriónicas resultan muy limitadas, el guión transfiere la mayor parte de los diálogos a Jerry Verno y Fred Duprez, comediantes bitánico y americano, respectivamente, quienes tienen un admirable desempeño. Entre tanto Lupe Vélez aporta el atractivo erótico y el requisito spitfire de las escenas de baño, como el interés romántico del gitano. El aspecto musical es tan excitante como se anuncia y la comedia es alegremente ridícula.
Como tantas otras películas largo tiempo extraviadas y redescubiertas, esta comprueba no ser la mejor película del mundo pero sí es, de hecho, un notable divertimento.
Igenlode Wordsmith, en IMDB, el 26 de febrero de 2011.
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