Pero habían transcurrido muchos años después de todo eso, era 1931 y DeMille acabó
firmando un contrato con la Metro Goldwyn Mayer, en la que ahora figuraba su
antiguo socio, Samuel Goldwyn, por el que se obligaba a realizar tres películas
con ellos. Había terminado las dos primeras y para poder finiquitar su
compromiso decidió volver a filmar El Prófugo, ahora
en versión sonora. Hombre bastante religioso, DeMille le escribió una carta al
padre Daniel Lord en la que se lamentaba de la tensión y el caos que prevalecían
en los estudios por el temor a las butacas vacías, debido a la crisis económica
y el desempleo. Agregaba que tal vez por eso y el deseo de concluir cuanto
antes su convenio con la Metro, se sintió impulsado a reincidir una vez más con
el mismo argumento del viejo éxito de Broadway, al que le tenía un particular
afecto puesto que le recordaba su debut en el cine.
A Lupe
le encomendaron el papel de Naturich, una piel roja Ute, de Wyoming, que se
suicidaba al final de la película –algo que los supersticiosos habrían inferido
como una señal premonitoria-.
Al momento de aparecer en pantalla sostiene un diálogo con su padre en el dialecto de la tribu, en que le pide no se vaya a meter a la cantina. Más tarde tendrá que entrar por él y es amenazada, cuando el héroe interviene para rescatarla. Desde el momento mismo en que ella le mira agradecida ya se puede prever que una noche de tormenta la encontrará empapa- da a las puertas de su rancho, y después de secarse despojándose de su ropa frente a la chimenea –la película se filmó antes de que entrara en vigor el riguroso código de censura- se quedará a vivir con él. Hermo- sa, con sus largas trenzas a la usanza india, Lupe confirmó que sabía montar y bien, como ya lo había hecho en El Gaucho.
Al momento de aparecer en pantalla sostiene un diálogo con su padre en el dialecto de la tribu, en que le pide no se vaya a meter a la cantina. Más tarde tendrá que entrar por él y es amenazada, cuando el héroe interviene para rescatarla. Desde el momento mismo en que ella le mira agradecida ya se puede prever que una noche de tormenta la encontrará empapa- da a las puertas de su rancho, y después de secarse despojándose de su ropa frente a la chimenea –la película se filmó antes de que entrara en vigor el riguroso código de censura- se quedará a vivir con él. Hermo- sa, con sus largas trenzas a la usanza india, Lupe confirmó que sabía montar y bien, como ya lo había hecho en El Gaucho.
En los
días previos al inicio del rodaje, un ejecutivo de la compañía aseguradora
consultó con DeMille la posibilidad de cancelar el proyecto porque no tenían
esperanzas de poder siquiera recuperar lo invertido. Éste le respondió que de
suspenderla se perdería lo mismo por todos los salarios y gastos que estaban
obligados a cubrir de acuerdo con los contratos firmados. El Prófugo
terminó de filmarse y, en efecto, significó una pérdida de ciento cincuenta mil
dólares.
Jules Etienne
Las ilustraciones corresponden a dos fotogramas de la película El prófugo.
El primero de Lupe Vélez con Warner Baxter y el segundo, de ella con DeWitt Jennings en la escena de la cantina.
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