"... el 30 de agosto de 1925 darían a conocer su pasión hacia ella..."
Se dice que José Gorostiza, el autor de Muerte sin Fin, estuvo enamorado "qué pureza de contornos, qué piel de flor", de Lupe Vélez, "de pie ligero como pluma de pájaro", durante la época en que ella era tiple en la vida nocturna de la ciudad de México "sobre la música de tu mirar".*
El pintor Rufino Tamayo contaba en su discurso Mi lenguaje: la pintura, que "Nosotros, nuestro grupo, nos reuníamos todos los sábados por la tarde para ir al Sanborn's de Madero o a jugar billar y luego al teatro Lírico donde veíamos a Celia Montalbán y a Lupe Vélez. El teatro de revista llegó a interesarnos tanto que hasta escribimos una obra que se llamó Café negro. Salvador Novo, Pepe Gorostiza, Villaurrutia y Jaime Torres Bodet escribieron los sketches; Lazo y yo hicimos la escenografía. Para estar a tono con la moda que llegaba de Estados Unidos, José Gorostiza le puso letra en español a una canción muy famosa que llegó acá por ese tiempo y se llamó Rose-Marie."
Muchos años después, en 1970, el periodista tampiqueño Luis Terán publicó en un suplemento literario una entrevista con el propio José Gorostiza, quien aclaraba: "Yo no hacía teatro popular con la intención de concederle importancia literaria a esos sketches, que por otra parte no todos fueron míos. Además, el autor que firmaba esas pequeñas diversiones teatrales era un señor Juan de Nadie, que por cierto, no existió nunca. Los sketches unas veces eran míos, otras ocasiones de Xavier Villaurrutia, otras más de Ortiz de Montellano, aparte de la gente que escribía normalmente para el Teatro Lírico. Lo hacíamos puramente como una diversión de muchachos, a quienes les complacía el teatro de Lupe Vélez y de las artistas más renombradas de esa época con quienes solíamos cenar y bailar. Si nuestra participación en esas cosas produjo un mejoramiento del teatro de revista mexicano, no soy yo quien pueda juzgarlo, y en todo caso fue puramente accidental. Estas obritas no existen. Por encargo de mis amigos y compañeros, yo las retiré del Archivo de la Sociedad de Autores, y las destruí cuando ya no éramos suficientemente jóvenes; temíamos que con el tiempo pudieran dañar nuestra reputación de gente seria."
Guillermo Sheridan, en el ensayo Los contemporáneos ayer, refiere la amistad entre Eduardo Luquín y Gorostiza, sobre la que menciona: "Luquín intenta sacar a Gorostiza de su aislamiento, lo arrastra a los bailes y al teatro, donde tampoco cambia de carácter, aunque sí se enamora de la actriz Lupe Vélez, quien le cuenta todas sus desgracias."
Sin embargo, el de Gorostiza no sería el único caso de un poeta seducido por su belleza durante aquella etapa primitiva en el bataclán. Gabriel Ramírez en una acuciosa biografía, Lupe Vélez, la mexicana que escupía fuego, señala: "Al coro de admiradores de Lupe, se agregaría la voz de los jóvenes bohemios y poetas (entre ellos Ponciano Guerrero, Renato Leduc, Juan Bustillo Oro, Jesús Flores Aguirre, José Valenzuela Rodríguez) del grupo Ateneo de la Juventud, que el 30 de agosto de 1925 darían a conocer su pasión hacia ella en un arrebatado y comprometedor
Lupe Vélez
Pequeña coribante de núbiles caderas
maravillosamente capciosas, como el jazz;
tú enseñas a los hombres las Fórmulas Primeras
con tus piernas exactas y finas de compás.
Tu cuerpo en que la gracia se vuelve hiperestesia
-Oh, flapper, arquetipo de un libro de Platón-
tu cuerpo hubiera sido la flor del Satyricón...
Sintéticas manzanas del árbol de la Ciencia
tus senos, deleznables como una sugerencia,
transforman en pecado la rígida virtud...
Los hombres te perdonan el mal que les hiciste
con tal que tú les digas de que país viniste:
¿Hawaii o Samarkanda? ¿París o Hollywood?"
Al pie de una foto de Lupe Vélez, el poeta yucateco Ermilo Abreu Gómez escribió: "Si no existiera Sor Juana, tú serías la décima musa".
Jules Etienne
* Aunque las líneas corresponden a poemas escritos por José Gorostiza, no aluden en realidad
a Lupe Vélez, me he tomado la libertad de incluirlos como si así hubiera sido.